La caída del Tiempo
Algunos dicen que al ser expulsado al vacío, fue a parar a los desiertos del este. Allí se enredó a una mata silvestre, alimentándola de fuego perpetuo; la porquería tenía una voz y decía "Yo Soy", para no explicar nada más. Cronos no haría eso, siquiera se dignaría a decir algo con palabras; sí hablan mucho, en cambio, los viajeros de Dionisios, que han inventado esta historia. Camino de la India se hicieron augures de extraños pueblos, señores de huestes de ladrones.
Cronos no es aquel pequeño fuego, no es una zarza, es una hiedra, varias hiedras repartidas por el mundo, y todas tienen por flor una piedra negra, redonda y perfectamente pulida. Nada menos que la que Rea le hiciera tragar, aquella noche de cruel alumbramiento; y no ha dejado de vomitarla desde entonces.
Y está unida a una cadena, y brota con ella y asalta a los caminantes. Los enrieda y los machaca en una mueca blanca, que sonríe.
A donde vayan los viajeros, él estará esperando. Y volverá cualquier camino una mera sucesión de pasos, un hilo de maderas tendido en el vacío: no importa si van al este, al norte, al sur. Al final todas las direcciones son posturas del abismo.
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