El pucho y la Máquina



Cuatro o cinco veces después del martes 16 de agosto, sentí un aguijonazo en el corazón, un dolor sutil pero penetrante, un fantasma emocional recortado en la silueta de lo irreparable. Increíble, porque en este caso lo irreparable no es real (es como cuando te dicen, “ah, cómo te va a dar impresión eso -la sangre-, pensá que es pintura”) No importa, nos afecta como si fuese real. Es la magia de la ficción. Y nada nos entristece tanto como lo que no puede volverse atrás: ese es el gran tema, la gran performance del capítulo “Ya no queda nada”.


O como reza el final de la película Amores Perros: “porque también somos lo que hemos perdido”. Y cuando vemos a Kim mirando a Jimmy a través del alambrado penitenciario, se amontona como un torrente de imágenes (color vs blanco y negro) todo el pasado irremontable, sepultado: Jimmy en Sandpiper Crossing, Jimmy en el bingo, Jimmy en el salón de manicura, Jimmy en la fotocopiadora, Jimmy contra Mesa Verde, Jimmy y el pastel de luna llena; y sobre todo Jimmy y Kim, un pucho mediante.  


En resumen, lo que se ha perdido es Jimmy: ha quedado enterrado bajo la figura de Saul Goodman (o junto a Lalo y Howard, en el inframundo de la Mother of Labs). ¿O no será "It's all wrong man"? Porque bajo ese alter ego, lenta -o en verdad rápidamente- todo se va yendo al carajo. 


Pero el secreto de Jimmy es salirse siempre con la suya. Hundirse, y hundirlo todo cada vez más a su alrededor: pero siempre escapar. Mismo dinamismo de Walt, lo que pone en comunión a los dos personajes. Hasta que llega el final.


Sí, al final de ambas series, parecería que se les termina el hilo a estos protagonistas imparables pero autodestructivos, borroneados por crecientes pérdidas pero siempre con un as en la manga, una solución teatral (“It’s showtime”). Pero no: son ellos mismos los que deciden terminar con todo. Ser atrapados. Por última vez, se salen con la suya. 


Ambos capítulos, “Felina” y “Ya no queda nada” versan sobre el mismo problema: la redención. La redención de Walt era con Jesse Pinkman, y la de Jimmy con Kim.


Se trata de volver a ser Jimmy. Se trata de regresar, o mejor aún, de traer el pasado. No es una conversación inútil, como dice Walt. De verdad se puede.


Es ese pucho final con Kim. Es la escena de color, volando hacia el futuro grís, a través de todos los reveses, desencuentros, y puntos sin retorno. Jimmy y Kim lo logran. Construyen la Máquina del Tiempo.


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