El misterio de Tom Bombadil

 



Existe un personaje de J.R.R. Tolkien que constituye un completo misterio y que ha alimentado décadas de discusiones entre los fans. En un mundo donde todos tienen su “raza” (en el sentido del fantasy: elfo, enano, orco, dragón, etc) nadie sabe en cambio, quién es Tom Bomadil (o qué es).

Tolkien olvida decírnoslo, en mi opinión, completamente a propósito. El misterio es un misterio adrede, tiene una función estética. La gracia es que no se descubra.


Pero de todas maneras, vamos a intentarlo.


Los símbolos de Tom: la sencillez y el atajo


En primer lugar, Tom parece ser la pieza central de una jugada narrativa: en los cáp. 6, 7 y 8 Tokien rompe la linealidad de la saga. Desaparecen los Jinetes Negros, Gandalf (tan esperado por Frodo) aparece por fin pero en sueños, el anillo se vuelve insignificante, sin poder (sobre Tom). Es como si la gran Historia fuese interrumpida por algo más hogareño y sencillo, una extensión de la Comarca fuera de sus límites, una concesión a la vida tranquila de los hobbits justo cuando más lo necesitan, es decir, enseguida: no han puesto un pie afuera, no han dado un paso en la misión terrible y se encuentran por suerte con un pequeño mundo, y un Señor del mismo, que es todo lo opuesto a ese Señor de los Anillos al que se enfrentan y que los obliga a abandonarlo todo. Tolkien instaura la doble metáfora del Atajo que es el Bosque Viejo: los hobbits esquivan el Gran camino, para no caer en manos de los Jinetes; la Historia se esquiva a sí misma y se empequeñece, pasa a girar en torno a un extraño y sencillo sujeto que parece extraer de esa sencillez un inigualable poder.


De modo que Tom Bombadil es sin dudas, antes que nada, un apartado, una desviación en el relato, y Tolkien parece llenarlo de metáforas que quizá no signifiquen otra cosa que eso: una decisión en el proceso literario.


Pero aun si fuera más un símbolo meta-narrativo que un personaje, Tolkien lo recubre de una verdadera mística, de la que se discute en otra parte del libro: el Concilio de Elrond. Ahí Gandalf lo termina de catalogar como un ser que no tiene nada que ver con la Gran Historia: no hubiese asistido al Concilio, el anillo no tiene poder sobre él, sólo lo guardaría si las gentes simples se lo pidiesen. Bombadil no puede colaborar ni inmiscuirse en la Gran Historia porque como dijimos, es una desviación. Pero también, porque su aparición como personaje parece ser un tributo a la sencillez, tema que recorre toda la saga.


La sencillez en la que se oculta un gran poder: los hobbits, que lentamente van descubriendo su valentía; Gandalf, un maiar muy sabio y poderoso escondido en la investidura carnal de un viejecito (y en el nada principesco color grís, hasta que se revele su verdadero destino como Gandalf el blanco; pero incluso entonces ocultará esta condición bajo unos andrajos grises); Trancos, que tras su aspecto torvo y gastado de tanto errar, es un Rey de Reyes.


La identidad


Ahora bien, dicho todo lo que simboliza ¿quién es Tom Bombadil? ¿Es posible una respuesta? Él mismo nos ofrece dos diametralmente opuestas:


  1. “El viejo Tom Bombadil es un sujeto sencillo, de chaqueta azul brillante y zapatos amarillos”.


  1. “El Antiguo, eso es lo que soy. Prestad atención, amigos míos: Tom estaba aquí antes que el río y los árboles. Tom recuerda la primera gota de lluvia y la primera bellota. Abrió senderos antes de que apareciese la Gente Grande, y vio llegar a la Gente Pequeña. Estaba aquí antes que los Reyes y los sepulcros y los Tumularios. Cuando los Elfos marcharon hacia el oeste, Tom ya estaba aquí, antes que los mares se replegaran. Conoció la oscuridad bajo las estrellas antes que apareciera el miedo, antes que el Señor Oscuro viniera de Afuera”.


La primera respuesta es simple, acorde a toda la mística de la sencillez que hemos descrito; en cambio la segunda, es de una profundidad poética y espiritual que estremece y despierta nuestra curiosidad (no cabe duda de que las discusiones de los fans se disparan por esa frase que deja perplejo a Frodo). He aquí un mecanismo recurrente de Tolkien: podemos llamarlo el efecto Ojo-de-Ent (Dice Pippin, en Las Dos Torres: “Uno hubiera dicho que había un pozo enorme detrás de los ojos, colmado de siglos de recuerdos y con una larga, lenta y sólida reflexión; pero en la superficie centelleaba el presente: como el sol que centellea en las hojas exteriores de un árbol enorme, o sobre las ondulaciones de un lago muy profundo”).


Todo el tiempo Tolkien salpica el presente centelleante de pozos de misterio, de historias lejanas. Es la magia del Señor de los Anillos que se pierde, por ejemplo, en el Silmarillon, donde el aquí y ahora narrativo se identifica con el pasado. En ESDLA no, ahí el día a día de los personajes se ve intercalado todo el tiempo por pequeños agujeros de lejanía, espejos de Galadriel donde reviven las leyendas y los cantos heroicos. Tom Bombadil no es una excepción. En medio de toda la escena campestre, de las idas y venidas por la cabaña entonando canciones ridículas, en medio de su sencillez, viene y tira de repente: “Soy el antiguo, el primero”.


Elrond le agrega otro epíteto a Bombadil: “el que no tiene padre”. O tomamos esta frase en un significado teológico literal, y en ese caso Bombadil es Eru Ilúvatar, el creador, la Causa Primera ella misma incausada; o lo tomamos como una simple metáfora élfica para significar que se trata de alguien muy viejo. Lo segundo es lo más lógico: Ilúvatar no puede ser el mismo que transforma los mares y hunde a Númenor, y a la vez el viejecito simpático que corre por los bosques. Esta interpretación de los fans se debe a un exceso de literalidad, a tomarse al pie de la letra lo que es un lenguaje narrativo y poético.


Ahora bien, no pareciera haber metáfora en “Tom recuerda la primera gota de lluvia y la primera bellota”. Esta frase nos obliga a asumir que Tom es un Ainur, uno de los miles de espíritus anteriores al mundo. ¿Vala o Maiar? Parece un Maiar. Ningún Valar habita en la Tierra Media, ni siquiera Oromë, que es además un espléndido cazador a caballo del todo diferente a Tom. Además, en el Concilio de Elrond se da a entender que Bombadil podría sucumbir al poder de Sauron, y esto es impropio de un Vala.


Ok, entonces, Maia. ¿Pero por qué presentimos que es un Maia del todo diferente a los demás, afectado por un estatuto de ancianidad, de antigüedad, de haber llegado antes que los demás? Es que ahí yace toda respuesta posible: Tom tiene que haber sido el primer espíritu en descender al Ea.


Eso lo explica todo. En el Concilio de Elrond, Galdor dice “el último así como fue el primero”. No es ni Dios ni un Vala, pero tiene una curiosa jerarquía: es el primero en llegar al Ser, es decir que es por ende lo más básico, lo más sencillo del Ser. Es el primer espíritu que ríe y se regocija en la mañana del mundo, bailando entre las llamas del Ea y a la sombra de los conceptos de la Canción que se van dibujando en la materia: la bellota, por Yavanna, la gota de lluvia, por Ulmo.


El status de las primeras cosas es el de lo pequeño: pequeña bellota, pequeña gota, pequeño espíritu. El mundo comienza por lo sencillo, al igual que la escritura de Tolkien, que empieza por los hobbits (y el primer paso fuera de la Comarca es el Bosque Viejo).


Bombadil es de este modo de un Ainur (Maiar) muy singular. No es parte de la Gran Historia, no es un Gran Poder; emerge entre lo pequeño y representa su fuerza: no es dueño de las cosas (a diferencia de los Valar y demás Maiar que son dueños del Aire, o de la Tierra, o de los árboles) pero las cosas tampoco tienen dominio sobre él, es su propio Amo. Bombadil es un Duen-de en el más auténtico sentido de la palabra, “dueño del hogar” es decir, dueño de su parcela, de su pequeño mundo (con su pequeño y sencillo -pero antiquísimo y poderoso- origen).


El autor dentro de su historia


Ahora bien, ¿qué tal si toda esta mística tiene también otra función meta-narrativa? ¿Qué tal si Bombadil es una metáfora que representa al mismo Tolkien en su proceso creador? Porque Tolkien es en realidad, en ese mundo ficcional, el primero, y el que no tiene padre.


¿Qué tal si Tolkien quiso meterse a sí mismo en la historia, confeccionando el personaje que le gustaría ser a él, y dejándonos su misterioso y antiquísimo origen como pista de esta interpolación? Sin duda la vida de Tom es la vida sencilla, ecológica, campestre que disfrutaba Tolkien. Por su parte, Tom es como Tolkien, un testigo del devenir creativo de todo un mundo. Es lo único no creado, es el espíritu primigenio que se introduce al Ea a gozar de la creación, es el autor dentro de la Historia, y que como tal, está más allá de ella (su irrupción la interrumpe, es el Atajo del Bosque Viejo) al punto que no intervendría en la guerra del Anillo, porque tiene que dejar que los personajes se desenvuelvan por sí solos. Sólo interviene en su pequeño mundo, metáfora del jardín literario: en el Bosque Viejo aparece como un Deus-Ex-Machina que no es otro que el propio autor, dándole un empujoncito a los necesitados y vulnerables hobbits.


Tom cumple la función que luego le tocará a Trancos, Elrond, Gandalf, Bárbol, Galadriel: el ser poderoso que guía y protege a la gente pequeña en su viaje. Tom es el primero, también en esto, y si Tom es Tolkien, la metáfora es redonda y hermosa; es él cuidando a sus propias criaturas de invención, antes que nadie más lo haga.




¿Te gustó la nota? Recordá que todas estas son sólo suposiciones. El misterio seguirá estando ahí para deleitarnos.

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